Verdad. Simple y clara. Llevando libertad y Luz, sin embargo también severidad y justicia. Eterna, inmutable Verdad.
La Verdad, en su natural sencillez, puede ser comprendida por todas las personas. Ella puede ser encontrada en las leyes de la naturaleza, como en las leyes de la física y aún mismo en la vida cotidiana, si en realidad la quieran ver. La Verdad muestra el camino para el despertar espiritual, recuperando la armonía perdida y el camino para la vida en conformidad con la voluntad de Dios, que independe de los deseos humanos. Actuando sabidamente, aquel quien se esfuerza para conocer la Verdad, vivirá en conformidad con ella.
El libro En la Luz de la Verdad es una fuente de conocimiento puro para todos aquellos quienes sinceramente buscan por la Verdad. Leer el libro requiere atención para sentir la lectura a través del espíritu, pero también requiere un examen irrestricto. Informaciones adicionales sobre el libro pueden ser encontradas en el texto introductorio para orientación.
La traducción de las ediciones originales de los libros En la Luz de la Verdad, Mensaje del Grial de Abdrushin y Resonancias del Mensaje del Grial , en el idioma español, contienen, juntos 201 disertaciones. Si usted desea hacer el download del libro En la Luz de la Verdad en formato electrónico, haga click en la imagen del libro en el contenido de la pagina.
Las disertaciones de las Resonancias del Mensaje del Grial son extensiones del Mensaje. Quien quiera comprenderlas debe conocer el Mensaje. Es un conjunto que debe ser seguido en la secuencia prescrita, para que se torne un conocimiento verdadero. (Las disertaciones no disponibles en este link están siendo traducidas. Si desee presentarse como voluntario para nos ayudar en los trabajos de traducciones, por favor entre en contacto.)
Así como aquí nuestro cuerpo de materia gruesa es sensible al ambiente de igual especie, que por eso él puede ver, oír y sentir, lo mismo se pasa en las partes de la Creación, cuyas constituciones no son semejantes a las nuestras. La criatura humana de materia fina en el así nombrado más Allá siente, oye y ve solamente su ambiente de igual especie de materia fina, y la criatura humana espiritual, más elevada, sólo puede, por su parte, sentir su ambiente espiritual.
El mundo no es infinito. Él es la Creación, es decir, la obra del Creador. Esta obra, como todas las demás, se encuentra al lado del Creador, y es, como tal, limitada.
¡La verdadera adoración a Dios no se manifiesta en exaltación, tampoco en preces murmuradas o en suplicas, arrodillarse, contorsiones de manos, tampoco en estremecimiento bien-aventurado, pero en alegre acción! ¡En la jubilosa afirmación de esa existencia terrena!
¡Con vuestra manera de ser, con vuestra especie debéis de dar a vuestro prójimo! No ha de ser, necesariamente con dinero o bienes. Si así fuera los pobres estarían privados de la posibilidad de dar. Y en ese modo de ser, en ese “darse” en el convivir con vuestro prójimo, en la consideración, en el respeto que vosotros le ofrecéis voluntariamente, está el “amar” de lo cual nos habla Jesús, está también el auxilio que prestáis a vuestro prójimo, porque con eso él se torna capaz de modificarse a sí mismo o proseguir hacia las alturas, porque con ello él puede fortalecerse.
¡La palabra es que debe ser sometida a examen, no la persona! Pero es costumbre de los seres humanos de intelecto que uno busque primero focalizar a la persona, para después considerar si pueden prestar oídos a sus palabras. Éstos, en su estrecha limitación de la capacidad de comprensión, necesitan tal apoyo exterior, porque tienen que agarrarse a exterioridades, a fin de no confundirse. Esa es la construcción vacía que ellos mismos levantan y que es inaprovechable para los seres humanos, y un gran obstáculo para el progreso.
La procreación debe ser para un ser humano, espiritualmente libre, nada más allá de lo que la prueba de su buena voluntad para acoger a un espíritu humano extraño como huésped permanente en la familia, ofreciéndole la oportunidad de redimirse en la Tierra y de madurar. Solamente cuando en ambas partes exista el íntimo deseo hacia esa finalidad, es que se debe realizar la oportunidad de procreación.
Ningún ser humano puede esquivar las leyes de la naturaleza, nadie puede nadar en sentido contrario a ellas. Dios es la fuerza que impulsa a las leyes de la naturaleza; la fuerza, que nadie todavía comprendió, que nadie vio, pero cuyos efectos cada uno, dia a dia hora a hora, incluso en las fracciones de todos los segundos, tiene que ver, intuir, observar, apenas cuando quiera ver, en sí mismo, en cada animal, en cada árbol, en cada flor, en cada fibra de una hoja cuando irrumpe del envoltorio para llegar a la luz.